Jesús contestó: – Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.
Mateo 22:37 (NTV)

Devoción total

En algunas ocasiones, C. H. Spurgeon citaba el gran afecto y devoción que sentían los soldados de Francia por su emperador Napoleón, citando el caso de un soldado mortalmente herido que, como si viera al emperador allí cerca, gritaba en sus últimos momentos:  «¡Vive l’Empereur! »

También contaba de otro soldado, que mientras el cirujano lo operaba, intentando quitar una bala que tenía en su pecho, declaró: «Si va mucho más hondo, doctor, llegará usted a encontrar la palabra Napoleón»

¿Cómo amas al Señor?

Si estos soldados, y muchas otras personas,  tenían a un ser tan atrevido e imprudente como objeto de devoción y afecto tan intenso, ¿no deberíamos sentir mucho más amor al Señor quien se entregó voluntariamente por cada uno de nosotros?

¿Eres de los que ama a Dios cuando todo va bien y después te olvidas de Él o le reprochas las pruebas que vives? ¿O solamente lo amas los domingos y el resto de la semana vives según tu criterio?

Más que un sentimiento

El amor hacia el Señor es más que un sentimiento pasajero que se manifiesta solamente cuando estamos felices o todo va viento en popa.

El amar a Dios con todo nuestro corazón,  alma y mente es una acción voluntaria que nos lleva a reconocer que Él es Soberano, Bueno y Misericordioso sin importar lo que estemos atravesando.

Amar al Señor con todo nuestro corazón, alma y mente, implica que vivamos de acuerdo a sus mandamientos y que lo tengamos presente en todo lo que hacemos; son más que palabras.