Cada día enfrentamos una dura batalla en la que a veces perdemos y otras ganamos, pero a pesar de salir victoriosos en diferentes oportunidades podemos cansarnos, sin sentir deseos o entusiasmo por continuar luchando, nos sentimos frustrados o simplemente sin fuerzas. ¿Te ha pasado?

Para empezar es necesario comprender que eres humano, no un súper héroe con poderes sobre naturales, por tanto tienes derecho a cansarte o agotarte por lo duro que ha sido el día. Por esta razón es primordial que te des tiempo para DESCANSAR y después puedas levantarte con nuevas fuerzas.

En esta oportunidad quisiera compartir contigo la historia de un gran hombre de Dios que se cansó después de haber tenido una gran victoria:

“Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.

Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse.

Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y comeporque largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.

Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?”

1 Reyes 19:4-9

Este pasaje muestra la historia de Elías. Fue utilizado por Dios para frenar la idolatría, venciendo a 400 profetas seguidores de Baal, a consecuencia de este hecho la esposa del rey lo buscó para matarlo, pero él escapó y llegó al punto de no querer vivir ¿Elías tenía miedo a una mujer después de haber derrotado a 400 hombres? No, no era miedo o cobardía, sino cansancio.

El Señor sabía el estado en el que se encontraba Elías por lo que no escuchó sus palabras, sino que le permitió descansar, lo alimentó, el profeta durmió y Dios volvió a alimentarlo hasta que recuperó sus fuerzas. Posteriormente a esta terapia le preguntó: ¿Qué haces aquí?

Cuando estamos cansados o frustrados podemos tener pensamientos equivocados; podemos creer que ya no podemos más, que no somos capaces o que es demasiado para nosotros, pero esto no es así. Si te encuentras débil por las luchas que has tenido o agotado por el desierto que estás enfrentado, necesitas descansar.

Te animo a entregar tus fuerzas al Señor para que cuide de ti, pero no te rindas, aún tienes un largo camino por recorrer