Cuando nos encontramos en medio de una prueba, por lo general, nos concentramos en la parte negativa de todo ello; pero ¿te has puesto a pensar en lo que Dios pide de ti en esos momentos?

Guarda silencio que Dios proveerá…

Tiempo después, Dios probó la fe de Abraham.—¡Abraham! —lo llamó Dios.—Sí —respondió él—, aquí estoy.—Toma a tu hijo, tu único hijo —sí, a Isaac, a quien tanto amas— y vete a la tierra de Moriah. Allí lo sacrificarás como ofrenda quemada sobre uno de los montes, uno que yo te mostraré. A la mañana siguiente, Abraham se levantó temprano. Ensilló su burro y llevó con él a dos de sus siervos, junto con su hijo Isaac. Después cortó leña para el fuego de la ofrenda y salió hacia el lugar que Dios le había indicado.
Génesis 22:1-3 (NTV)

Después de haberle concedido un hijo a Abraham, Dios decidió tomarlo para sí, y por más inexplicable que esto pueda parecer, el objetivo no era quitarle lo que con amor le había entregado, sino saber cuánto su siervo lo amaba y lo que estaba dispuesto a hacer por obediencia a su padre.

¿Puedes imaginar el dolor que Abraham sintió al saber que el cordero a sacrificar sería el hijo de la promesa? Mas en ningún  momento palabras de reclamo vinieron a los labios de su siervo, sólo obedeció.

De camino al lugar del sacrificio, el niño le preguntaba: ¿Papá dónde está el cordero para el holocausto?, y con dolor en su corazón Abraham respondió: Dios proveerá.

¿Qué pide Dios de ti?

A Abraham le pidió su hijo, lo más preciado que él tenía, y aunque no entendía la razón, sólo accedió. Quizá Dios no te está pidiendo a tu hijo, pero la pregunta es,  ¿Cuál es ese tesoro que te cuesta entregar?

En el evangelio de Marcos encontramos la historia de un joven rico, que aparentemente había logrado cumplir con todos los mandamientos, pero había algo que le costaba abandonar.

Jesús lo miró con amor y le dijo: Sólo te falta hacer una cosa. Ve y vende todo lo que tienes, y reparte ese dinero entre los pobres. Así, Dios te dará un gran premio en el cielo. Después de eso, ven y conviértete en uno de mis seguidores.
Marcos 10:21 (TLA)

El querer apegarse a las cosas de este mundo es una de las decisiones más peligrosas de tomar, porque hace que rara vez reconozcamos el mal que puede causarnos.

Lamentablemente el joven rico se fue triste al no poder hacer lo que Jesús le pedía, porque tenía mucho que abandonar. Pero hoy, tú y yo podemos cambiar ese desenlace.

Quizá te encuentres desesperado en medio de la prueba, pero ¿te has preguntado lo que Dios podría estar pidiéndote en medio de ella? ¿Estarías dispuesto a dárselo?