Cuando enfrentamos situaciones difíciles o nos sentimos perdidos, buscamos ayuda en todas partes, lo curioso es que ponemos como última opción la voz de Dios.

Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.

Mateo 7:26-27 (RVR 1960)

Tu palabra es la voz que me salvó

Recuerdo la historia de una mujer que estaba a punto de divorciarse, su matrimonio enfrentaba una crisis después de veinte años. Para saciar su necesidad de amor ella consideró ser infiel a su esposo, pero justo cuando iba a asistir a una cita, prefirió escuchar la voz de Dios y fue a una iglesia.

Ella conoció el amor de Dios y decidió renunciar al pecado; pero, aún el tema de su matrimonio no estaba resuelto y un día, su esposo la vio danzando y alabando al Señor a solas, pensó que se había vuelto loca y procedió con los papeles del divorcio.

Un domingo el hombre regresó temprano a casa, lo que era muy raro, y se encontró con que su esposa había ido a la iglesia con sus hijos y, al no tener llaves para entrar a su casa, fue a buscarla.

Él cuenta que entró obligado a la reunión puesto que su esposa estaba sentada adelante. La sorpresa fue grande cuando al finalizar la enseñanza pasó al frente llorando y entregando su vida a Cristo. Su matrimonio fue restaurado porque ambos decidieron escuchar la voz de Dios.

Necesito escucharte

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.

Mateo 7:24 (RVR 1960)

En los momentos difíciles debemos comprender que la Palabra de Dios es la voz que necesitamos escuchar, solamente por medio de ella recibiremos sabiduría, guía y dirección para nuestras vidas. Te animo a detenerte por un momento para oír la voz del Señor, estoy segura de que Él tiene algo importante que decirte.