Si bien podemos orar en todo momento y lugar, orar en las primeras horas de la mañana es algo especial. Es especial porque dedicas las primeras horas de la mañana a tu Padre Celestial y reconoces que sin Él nada puedes hacer.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
Juan 15:5 (RVR 1960)
Modelo que seguir
Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
Marcos 1:35 (RVR 1960)
El éxito ministerial de Jesús fue gracias a las horas que invirtió para estar en comunión con su Padre. Antes de empezar el día, Jesús se presentaba ante su Padre y se llenaba de su presencia. Por esta razón, cuando salía a compartir el mensaje de salvación «echaba fuera demonios, sanaba a los enfermos, liberaba a los oprimidos y multitudes eran salvas»
Podemos decir que orar en las primeras horas de la mañana es especial porque antes de empezar el día te presentas ante tu Padre Celestial y eres lleno de su presencia. En consecuencia, tu día será diferente.
Independientemente del problema que estemos enfrentando, cuando hablamos con Dios, las cosas que nos abruman y los pensamientos negativos, se vuelven diferentes, porque una vez que entramos en comunión con Dios, la paz que sobrepasa todo entendimiento nos llena y tranquiliza.
Es especial orar las primeras horas de la mañana
Orar las primeras horas de la mañana nos da fuerzas para enfrentar el día, gozo para continuar y esperanza para no rendirnos. También hace que descansemos en Su obra perfecta y buena voluntad.
Busquemos siempre primero a Dios para después irnos a trabajar, ¡libres de todo ataque del enemigo!
Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré.
Salmos 5:3 (RVR 1960)