Todos amamos los tiempos en nuestra vida cuando sentimos que estamos sobre la montaña. Estar en lugares altos, nos hace sentir fuertes, valiosos y poderosos. De la misma manera, estar en lugares altos siempre es más peligroso.

Existe el peligro de que pensemos que ya llegamos a nuestras metas y eso nos lleve a no hacer nada más. Puede que nos haga un tanto orgullosos y desdeñosos con quienes no hayan logrado lo que nosotros sentimos que llevamos a cabo. Pero las montañas de esta vida son apenas un logro.

El lugar a donde deseamos llegar

En los últimos días, el monte de la casa del Señor será el más alto de todos, el lugar más importante de la tierra. Se levantará por encima de las demás colinas y gente del mundo entero acudirá allí para adorar.
Miqueas 4:1 (NTV)

Hay un monte; ese, más alto de todos, que sí será una culminación. El monte de la casa del Señor, el Reino de Dios, la nueva Jerusalén, que hará que nuestras montañas se vean más bien como valles. Ese lugar donde Jesús iluminará nuestra existencia. Ese lugar donde deseamos llegar.

El futuro en el reino del Señor

No tratemos de vivir perennemente en las montañas de logros en esta vida. De hacerlo, puede que dejemos de perseguir nuestro verdadero hogar al que regresaremos al partir de aquí.

Hay una montaña mucho mejor que nos espera a todos. Sigamos esforzándonos por estar preparados para llegar a vivir en ella.

En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como nuestro Salvador.
Filipenses 3:20 (NTV)

Tenemos un futuro que nos espera. Lo prometido por nuestro Amado Jesús. Un lugar sin lágrimas, ni tristeza ni dolor. Un lugar preparado especialmente para nosotros donde viviremos con nuestros cuerpos gloriosos con nuestro Rey Celestial, Jesús.

 Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más.
Apocalipsis 21:4 (NTV)