La misericordia es una expresión de amor, compasión o favor. Es poner el corazón en la miseria del otro. Es compadecerse de esa persona y padecer con ella, es apropiarse, sentir, conmoverse del sufrimiento del otro y hacer algo para ayudar.

La enseñanza de Jesús sobre la misericordia y el perdón

En la parábola de los dos deudores (Mateo 18:23-35), el rey hizo cuentas con sus siervos. Uno de ellos le debía diez mil talentos y no tenía cómo pagar.

En aquella época un talento equivalía aproximadamente a 6.000 denarios y un denario era el salario de un día de trabajo (Mateo 20:1-2). Lo que significa que una persona ganaba 6.000 denario en 6.000 días.

Entonces, ¿cuánto vale diez mil talentos en jornadas de trabajo? Aproximadamente la deuda de aquel siervo era cerca de 160.000 años de trabajo, por lo que era imposible pagar la deuda total. Por esta razón, el rey ordenó que él, su esposa e hijos fueran vendidos con todo lo que poseían para poder pagar algo de la deuda.

Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
Mateo 18:26 (RVR 1960)

El rey, al escuchar el clamor y la suplica de aquel siervo, se compadeció y tuvo misericordia. Le perdonó toda la deuda y lo liberó de todo castigo (Mateo 18:27).

Al ver esta parábola podemos comprender que la misericordia de Dios sobre nosotros no tiene límites. Éramos tan pecadores al igual que aquel siervo que adeudaba diez mil talentos, que no podía pagar con sus fuerzas o habilidad. Sin embargo, Dios, lleno de misericordia, decidió perdonarnos toda deuda y hacernos libres de todo pecado.

Además, su misericordia sigue sobre nosotros y es para siempre. Él mismo dijo: «Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.» (1 Juan 2:1).

Seamos misericordiosos como Él lo es

Asimismo, el siervo perdonado se encontró con uno de sus consiervos, que le debía cien denarios. Una deuda sumamente pequeña a comparación de los diez mil talentos. Al verlo, lo tomó por el cuello y comenzó a estrangularlo exigiendo el pago de su deuda.

Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
Mateo 18:29-30 (RVR 1960).

Al enterarse el rey de esta situación, llamó al siervo y le dijo que debería haber mostrado misericordia a su consiervo, tal como él la había recibido. Entonces, el rey molesto, echó en la cárcel al siervo malo hasta que pagara toda su deuda.

A veces actuamos como el siervo perdonado, que no tiene compasión de los demás. Buscamos ser perdonados por el Rey, pero nosotros no perdonamos.

Pensamos que la ofensa o el daño de los demás hacia nosotros es mucho más que el de nosotros hacia el Rey de reyes y Señor de señores, cuando es mucho menos insignificante.

No olvidemos que Dios ha sido misericordioso con nosotros y demos la misma gracia que hemos recibido.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Mateo 5:7 (RVR 1960).