Salomón, como pocos, tuvo la increíble oportunidad de pedir cualquier cosa del mundo, pues Dios se le apareció  y le dijo que lo que pidiera se lo daría. ¡Qué magnífica oportunidad, qué gloriosa bendición de bendiciones! ¿Te has preguntado qué hubieses hecho en su lugar?

Sabiduría y discernimiento

Esa noche Dios se le apareció a Salomón y dijo: —¿Qué es lo que quieres? ¡Pídeme, y yo te lo daré! Salomón le contestó a Dios: —Tú mostraste gran y fiel amor a David, mi padre, y ahora me has hecho rey en su lugar. Oh, Señor Dios, ¡te ruego que sigas manteniendo la promesa que le hiciste a David mi padre, pues me has hecho rey sobre un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra! Dame la sabiduría y el conocimiento para guiarlo correctamente, porque, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?
2 Crónicas 1:7-10 (NTV)

Increíblemente, lo que pidió fue sabiduría y discernimiento. Quería estar seguro de hacer bien lo que le había llamado Dios a hacer. Quería tener claridad sobre el bien y el mal, la verdad y la mentira, lo correcto y lo incorrecto. Y si nos fijamos en la Biblia se nos promete prudencia si la pedimos.

Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla.
Santiago 1:5 (RVR 1960)

Dios está dispuesto a darnos sabiduría y discernimiento

Nuestro maravilloso Dios está listo para impartir sabiduría, para compartir discernimiento, para distribuir perspectiva. Si lo invitamos, si se lo pedimos y esperamos, es posible que nos sumerja en Su sabiduría y que nos indique de alguna manera la guía que necesitemos.

Podemos decir que no debe haber tesoro más grande en el Reino de Dios que la sabiduría. No hay recompensa más grande ni algo más útil y beneficioso para nosotros, Sus discípulos. Por tanto, cada día escojamos la sabiduría antes que otra petición.