Podemos decir que algo está completamente limpio cuando nos hemos tomado el trabajo de eliminar todo tipo de suciedad. Pero como sabemos, el efecto de la limpieza no duraría demasiado si no nos esforzáramos en tratar de mantenerlo. De igual manera debemos tener cuidado en mantener limpio nuestro corazón. Esto significa mantenerlo en rectitud, honestidad y claridad.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Mateo 5:8 (RVR 1960)
El salmista pedía a Dios que limpiase su corazón, esto es parte de la santidad que vamos desarrollando al pasar el tiempo con Él.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu fiel dentro de mi.
Salmos 51:10 (RVR 1960)
La motivación para mantenernos limpios debe ser nuestra relación íntima con Dios, para que no sea vea afectada y podamos ser libres de verlo en la naturaleza, en la Palabra, en la iglesia y donde estemos.
¿Con qué limpio mi corazón?
La Palabra de Dios es la indicada para mostrarnos las impurezas y contaminaciones que tenemos y además quita esas asperezas porque nos confronta y nos guía hacia la santidad y pureza.
¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.
Salmos 119:9 (RVR 1960)
Una vida de pureza no sucede por un accidente, es algo que se busca intencionalmente y con la ayuda esencial de Dios. Por nuestros propios medios no podemos llegar a ser limpios para ver a Dios, con su respaldo sí. Hoy te quiero invitar a cerrar la puerta de tu corazón a todo aquello que quiera manchar tu vida. Así mismo, declara un día de limpieza general, comienza a sacar todo lo que ensucia y estorba, y permite que la Palabra de Dios limpie tu vida para que lo veas.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Mateo 5:8 (RVR 1960)