Sin duda alguna, Dios quiere que seamos humildes. Pero cuando hemos podido lograr estar en abundancia, lo importante es no olvidar nunca de dónde vino y cómo la conseguimos. Si logramos abundancia sin hacer daño a nadie, sin trampas ni mentiras, si ha sido una abundancia limpia y arduamente ganada, es de Dios.

Y Dios nos apoya cuando entendemos lo que realmente tiene valor en la vida. Cuando podemos tener abundancia de bienes, pero no olvidamos los valores, el respeto, lo correcto y hacer todo para Dios. Cuando lo hacemos así, Él nos recompensa.

Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Filipenses 4:12-13 (RVR1960)

Tener una relación estrecha con Dios nos lleva a consultarle todo antes de hacerlo. Esperamos Su respuesta, porque sabemos que Su voluntad y en Su tiempo, todo se dará de manera que nos otorgue paz. Cuando no tenemos paz con algo, probablemente Dios no esté de acuerdo con ese algo.

A todos nos gusta cuando Dios nos dice que sí a una pregunta, a una consulta. Sin embargo, a veces nos puede decir que no, o nos puede poner a esperar. Es tiempo para analizar qué debemos aprender. Muchas veces es solo que crezcamos en paciencia.

Porque en ti, oh Jehová, he esperado; Tú responderás, Jehová Dios mío.
Salmos 38:15 (RVR 1960)

Busquemos la abundancia espiritual sin igual

Igual leemos en la Biblia que debemos orar incesantemente y tener en cuenta la abundancia de las bendiciones de Dios. No busquemos abundancia de dinero y de bienes. Si los logramos, está bien, pero no olvidemos acercarnos cada día más a Dios.

Busquemos la abundancia sin igual de bienes espirituales, que solo lograremos si tratamos de ser la mejor versión de nosotros mismos cada día. Si pedimos a Dios que nos ayude a ver con Sus ojos, a sentir como Él lo hace, a tratar a otros con la gentileza y generosidad que Él nos enseñó.