Las ropas blancas tienen que ver con la condición de la persona. Se ha atribuido el blanco a la pureza en nuestra fe cristiana. Y se menciona en varias ocasiones como el símbolo de la pureza espiritual y la salvación que se nos otorga por medio de la fe en Cristo, así debemos estar vestidos de blanco.

La pureza espiritual es algo que todos debemos esforzarnos por alcanzar y lo podemos lograr solo a través de la gracia de Dios. Cuando nos arrepentimos sinceramente de nuestros pecados y confiamos en Jesús para nuestra salvación, somos purificados y podemos decir que nos vestimos de blanco.

Todos los que salgan vencedores serán vestidos de blanco. Nunca borraré sus nombres del libro de la vida, sino que anunciaré delante de mi Padre y de sus ángeles que ellos me pertenecen.
Apocalipsis 3:5  

Vayamos vestidos de blanco en nuestro crecimiento espiritual

La pureza en nosotros es un proceso de continuo crecimiento espiritual. Nuestro comportamiento debe reflejar esa pureza, justicia y gentileza que Dios nos dio como ejemplo en nuestro amado Cristo Jesús. Por eso, debemos vivir vidas agradables a Dios alejándonos de las maneras equivocadas del mundo.

Ninguno de nosotros es santo, todos somos pecadores, pero nos ponemos como meta el ser lo más santos que podamos para Dios. Queremos hacer cambios en nuestra vida para agradarlo solo a Él. Y es la lucha diaria de nuestra carnalidad con nuestra espiritualidad. Vencerá la que más alimentemos. Alimentemos a diario nuestra espiritualidad.

Dios nos ha llamado a vivir vidas santas, no impuras.
1 Tesalonicenses 4:7  

Tratemos con la ayuda de Dios de ser mejores cada día

Nuestra actitud, nuestro comportamiento y maneras hacia todos, deben reflejar la verdad, la bondad y gentileza. Tomemos las riendas de nuestros impulsos, sustituyamos en todo momento los malos pensamientos y las malas ideas por ideas agradables a Dios. Tengámoslo siempre presente.

Cuidemos de nuestras palabras, de nuestras acciones, de lo que publicamos. Procuremos analizarnos a diario y pidámosle a Dios que nos deje ver si estamos fallando en algo. Estemos atentos a Su voz, a Sus indicaciones para nuestra vida. Él nos ayudará a ser mejores cada día.

En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.
Eclesiastés 9:8