Las expectativas pueden ser deseos o incluso ilusiones que se generan en nosotros en base a nuestros valores, educación o experiencias pasadas. Pero nos pueden alejar de la realidad. Hacernos expectativas irreales nos pueden frustrar. Cuando no ocurre lo que esperábamos, nos disgustamos.

También nos podemos hacer expectativas de alguien o de algo. Nuestra mente va haciendo un proceso de cómo comportarnos con ciertas personas de acuerdo con sus maneras de vivir. Muchas de las ellas pueden deberse a imposiciones sociales o culturales.

La esperanza postergada aflige al corazón, pero un sueño cumplido es un árbol de vida.
Proverbios 13:12 (NTV)

Hay expectativas que la gente se puede hacer de nosotros como cristianos y son válidas. Dependiendo de experiencias que hayan tenido, sus perspectivas pueden ser positivas o negativas. Y hay expectativas en los matrimonios, que a veces tampoco son realistas.

Pero algo que debemos lograr es que el hecho de ser cristianos sea sinónimo de puntos a favor para contratar a las personas en una empresa. Que nos diera aprobación prioritaria para, por ejemplo, una línea de crédito en un banco, son buenas expectativas.

La Biblia nos habla acerca de expectativas 

Expectativas de redención. Esas son excelentes expectativas que debemos tener, acerca del futuro, cuando nos vayamos de esta vida. Es algo por lo que nos debemos esforzar cada día, por estar preparados, sirviendo al Señor ese día que Él regrese.

Pues toda la creación espera con anhelo el día futuro en que Dios revelará quiénes son verdaderamente sus hijos.
Romanos 8:19 (NTV)

Que no nos tome de sorpresa ni estemos como vírgenes que no estaban con sus lámparas preparadas. Esa parábola nos representa a los miembros de la iglesia que puede que no estemos preparados para el regreso de nuestro Rey y Señor.