¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
1 Corintios 15:55-57 (RVR1960)
¿Dónde está oh muerte tu aguijón?
Cuando Pablo habla del aguijón se refiere al pecado y nosotros por naturaleza somos pecadores. No había forma, humanamente hablando, de que nosotros venciéramos al pecado, estábamos condenados a la muerte eterna. Entonces, Cristo dio su vida para salvarnos de la muerte y que tengamos vida eterna.
Para aquellos que hemos aceptado el sacrificio de Jesús, la muerte es un enemigo derrotado y solamente se convierte en el medio por el cuál podremos ver a aquel que dio su vida por amor a nosotros.
Ninguno de nosotros hubiera podido ser capaz de salvarse a sí mismo, por eso Dios, en su infinito amor y misericordia, mandó a su Hijo unigénito, para podamos ser salvos.
La mejor manera de honrar ese sacrificio impagable, es viviendo de forma agradable a Dios, siguiendo su voluntad. No hay forma de pagar por ese sacrificio, pero podemos consagrar nuestras vidas a Él y honrar, agradecer, por tanto amor.