Cóndores (águilas de la alta montaña) sobrevuelan el cielo de Santiago de Chile. Las aguas de Venecia se hacen transparentes y se pueden ver peces. Pumas han llegado a algunos barrios cerrados de Santiago de Chile. En algunas playas desiertas han llegado tortugas en peligro de extinción para poner sus huevos. Se avistan ciervos en algunas ciudades del hemisferio norte. Los índices de contaminación atmosférica y niveles de CO2 casi igual a cero en grandes metrópolis del mundo.

Porque los palacios quedarán desiertos, la multitud de la ciudad cesará; las torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre, donde descansen asnos monteses y ganados hagan majada…
Isaías 32:14

Noten la palabra subrayada. A eso me refiero con el descanso de la creación. Asistimos en esta civilización a la mayor y más inicua destrucción del mundo creado. La codicia y la dureza de corazón de grandes poderes económicos e intereses geopolíticos ha manchado de ignominia el diseño original del Creador. Se han alejado para siempre de Su idea fundamental:

Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.

Génesis 2:15 (RVR1960)

Las palabras operativas aquí son: “labrara” y “guardase”. Labrar sugiere la idea de productividad, de ingenio, de industria y labor. Entonces, Dios no está en contra de la producción. El trabajo nunca ha sido una maldición como sostienen algunos.

Pero vean la otra palabra: guardar. Quiere decir cuidar, proteger. Y si me apuran un poco, mimar, querer. Esto es lo que no se entiende de la industria. ¿Por qué no pueden hacer las dos cosas? ¿Producir y cuidar? Por la codicia. Maximizar ganancias reduciendo costos. La reducción de costos siempre va en desmedro de los trabajadores y del ecosistema. “La ganancia no se toca”, piensa el empresario.

Por eso, con todo lo trágica que es la pandemia y el saldo de pérdidas humanas, el aire, la flora, la fauna están viviendo una suerte de jubileo. De modo que nuestros sentimientos están mezclados aquí.

Volvamos al verso inicial: “donde descansen asnos monteses”. Un respiro para las especies amenazadas, para el cielo de las ciudades, para la vida.

Interpelamos desde aquí al mundo de la economía y los gobiernos: produzcan, pero cuiden el hogar común. ¿Tan imposible es? El dinero y el poder tienen la palabra…