La gracia de Dios es la ayuda que recibimos a través del sacrificio de Jesús. Mediante Su gracia somos perdonados y nuestro Dios hace posible que los que escoge sean salvos, se arrepientan y sean perdonados. Solo por gracia somos salvos y no por obras. Debemos tener eso en cuenta.
Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. ¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados! Efesios 2:4-5
Es por Su divina gracia que nos cubre, la que nos fortalece, nos afirma y nos estabiliza en la fe. Cuando damos prioridad a nuestro tiempo con Él en oración y la lectura bíblica, podremos experimentar Su gracia. No olvides que las misericordias de Dios son nuevas cada día.
En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido. 1 Pedro 5:10
Su gracia nos hace atractivos y nos da otra actitud
El sabernos amados, protegidos y cubiertos por la bondad de Dios nos da una actitud diferente en la vida. Es esa paz y esa actitud la que predica más que cualquier otra cosa que hagamos o digamos a quienes aún no conocen la verdad de Jesús.
Cuando estamos conscientes de la gracia de Dios debemos entonces tener dominio propio y actuar con inteligencia. Pues es la manera en la que podemos agradar a Dios. Perdonando a otros y procurando no cometer pecados. Siendo agradecidos en todo momento.
“El pecado ya no es más su amo, porque ustedes ya no viven bajo las exigencias de la ley. En cambio, viven en la libertad de la gracia de Dios.” Romanos 6:14