Evidentemente que le debemos dar la bienvenida a Dios en nuestros corazones pero, además, debemos dar la bienvenida gustosamente a huéspedes en nuestra casa. Es una buena costumbre, es algo que nos encontramos que hacían desde la época de Jesús.
Seamos hospitalarios
Ser generosos forma parte de ser cristianos, dar de lo que tenemos, brindar hospitalidad. No a manera de jactarnos ni para que sepan lo que hemos logrado. Solo estando humildemente, dispuestos a compartir amor fraternal. Dios nos invita a hacerlo, a dar acogida en nuestro hogar.
“Sigan amándose unos a otros como hermanos. No se olviden de brindar hospitalidad a los desconocidos, porque algunos que lo han hecho, ¡han hospedado ángeles sin darse cuenta!” Hebreos 13: 1-2
Puede ser una experiencia inolvidable y hermosa
Es muy posible que las personas que invitemos a nuestra casa nos dejen bendiciones. Lindo que sería que realmente fueran ángeles y permanecieran en nuestro recuerdo como una experiencia inolvidable. Pero si no lo intentamos, no lo experimentaremos.
Lo cierto es que, aunque no lo sepamos, los ángeles nos pueden estar viendo desde las alturas. En el libro de Hebreos nos recuerdan que nuestros invitados pueden ser ángeles. Si no lo son, es muy probable que con nuestra hospitalidad les demos a esos del cielo una buena razón para alegrarse.
La Biblia define de diversas maneras a los ángeles. La palabra se deriva de «mensajeros». En ocasiones los mencionan como personas ordinarias que transmiten un mensaje. Como en Génesis 18 los visitantes de Abraham, que fueron quienes le llevaron el mensaje de Dios.
Cuando recibamos a personas en nuestro hogar, tratémosles como nos gustaría ser tratados. Seamos generosos, detallistas y hagámoslos sentir cómodos. Es una práctica maravillosa recibir invitados en nuestra casa. Y es muy probable que haciéndolo, logremos una buena experiencia y hagamos gratos recuerdos.