Aunque nos dicen que no hay condenación para los que estamos en Cristo, debemos tener claro que eso es cuando no nos caracterizamos por la carnalidad sino por las cosas de Dios. Cuando invitamos a Jesús a vivir en nosotros, Su Espíritu habita en nuestro cuerpo y nos ayuda, pero muchas veces nos salimos del carril.
En esta vida no dejaremos de pecar del todo. Somos imperfectos y siempre cometeremos errores, pero si estamos en constante conexión con nuestro Dios, Él nos ayuda para que el pecado no tenga ventaja sobre nuestras vidas. Domina el pecado, conviértete en su amo para que él no sea el tuyo.
Serás aceptado si haces lo correcto, pero si te niegas a hacer lo correcto, entonces, ¡ten cuidado! El pecado está a la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú debes dominarlo y ser su amo». Génesis 4:7
NO DEJES QUE EL PECADO SEA TU AMO, DOMÍNALO
El maligno siempre nos está tentando. Sea con nuestros propios pensamientos, haciéndonos sentir que no merecemos el amor de Dios o incentivando dudas cuando Dios no nos responde de inmediato. No hagamos caso a esos malos pensamientos. Enfoquémonos siempre en lo bueno que es Dios.
No caigamos en querer complacer a otros o en la «normalidad» de quienes puedan estar en nuestro entorno y no son creyentes. Recordemos que somos linaje escogido, hijos de Dios, somos valiosos para el creador de todo lo que existe, y Él tiene planes trazados para nosotros. No nos salgamos de ellos.
No permitan que el pecado controle la manera en que viven; no caigan ante los deseos pecaminosos. No dejen que ninguna parte de su cuerpo se convierta en un instrumento del mal para servir al pecado. En cambio, entréguense completamente a Dios, porque antes estaban muertos pero ahora tienen una vida nueva. Así que usen todo su cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de Dios. Romanos 6:12-13
Necesitamos aprender a respetar a Dios en todo momento y con todo lo que somos. Él nos creó y a Él le debemos nuestra vida y todo lo que hemos logrado, todo lo que tenemos. Son Sus bendiciones las que nos han permitido llegar a donde sea que estamos. Por tanto, necesitamos dominar el pecado y ser sus amos.