Cada 23 de abril, el mundo celebra el Día Mundial del Libro y de los Derechos de Autor. Es una jornada donde rendimos homenaje a los libros, a quienes los escriben, y al poder transformador de la lectura. Se recuerda a los grandes autores de la historia, se promueve el hábito lector en niños y adultos, y se reconocen las letras como un patrimonio universal de humanidad.
Pero en medio de tantas obras, hay un libro que trasciende todos los tiempos, idiomas y culturas. Un libro que no sólo informa, sino que transforma. Un libro que no envejece, no se agota, no pasa de moda. Un libro que es más que papel y tinta: es Espíritu y Vida. ¡Ese libro es la Biblia!
La Biblia no es un simple texto antiguo. Es la Palabra viva de Dios. Es un faro en la oscuridad, un consuelo en medio del dolor, una brújula para el alma. En ella encontramos sabiduría eterna, dirección para nuestros pasos, esperanza en medio del caos y, sobre todo, el mensaje más hermoso jamás escrito: que Dios nos ama, que envió a su Hijo para salvarnos, y que hay vida eterna en Cristo Jesús.
Dice el Salmo 119:105: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” No hay libro que ilumine como la Biblia. No hay historia que redima como la del Evangelio. No hay verdad más necesaria que la que emana de sus páginas.
Hoy, mientras el mundo celebra la literatura, como pastor quisiera invitarte a abrir el corazón al Libro de los libros. Que más allá de novelas, ensayos o cuentos, hagas de la Biblia tu lectura diaria. Porque no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4).
Los libros pueden cambiar pensamientos, pero la Biblia cambia vidas. Y en esta celebración, donde los derechos de autor se protegen, recordemos que el Autor de la Biblia es el único que ofrece libre acceso y vida eterna a todo aquel que crea en Él.
Celebremos, sí, el arte de escribir, pero celebremos con mayor gozo el arte divino de hablar a los corazones. Celebremos la Palabra. Celebremos la Biblia.
¡Siempre Comunicando!