(Mateo 5:23-24)
“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”.
Todos hemos pasado por situaciones donde hemos herido y donde nos han lastimado a nosotros. La vida se forma y se conjuga de experiencias agridulces que nos enseñan y nos van capacitando para que crezcamos en sabiduría y amor.
Hay algo de lo que estoy convencido y en lo que me reafirmo cada día. He entendido que si yo le pido perdón a Dios todos los días de mi vida por errores o equivocaciones que cometo ya sea directamente hacia El o hacia mis semejantes; necesito entonces perdonar a los que me ofenden de igual forma. Pero ahí es que está el detalle, a nuestra naturaleza humana y carnal no le es fácil perdonar y olvidar los agravios. Sin embargo si le es fácil olvidar lo que hizo cuando procedió de mal manera. Son ironías de la vida de las cuales tenemos que estar conscientes.
Cuando Pedro le pregunta a Jesús cuántas veces debe perdonar, que si hasta 7 veces. Pedro pensaba que esa cantidad era grande y misericordiosa. Sin embargo nos sorprende la respuesta inteligente de Jesús: “Pedro tú debes de perdonar hasta setenta veces siete”.
Siempre recuerdo una canción que dice: “Amémonos de corazón, no de labios ni de oídos, para cuando Cristo venga nos encuentre apercibidos. Cómo puedes tú orar enojado con tu hermano, Dios no escucha la oración si no te has reconciliado”.
Y es que el pecado nos aparta de la comunión con Dios. Cuando albergamos en nuestros corazones resentimientos y malos sentimientos. Cuando permitimos que las raíces de amargura se añaden en nuestro ser, nos exponemos a vivir una vida de infelicidad y más aún superficial. El mejor ejemplo lo vemos en Jesús quien pese a todo lo que tenía que sufrir muriendo en la Cruz, lo hizo de manera incondicional para ofrecernos una sanidad total del alma.
Amigo(a) querido que estás leyendo esta pieza, hoy te pregunta el Señor, no yo, que a quién debes perdonar o más aún a quién debes pedirle que te perdone. Independientemente de lo malo que te hayan hecho, quien recibe bendición eres tú. Quien se siente liviano y renovado eres tú. Quien puede sonreír sin temor y sentirse libre como el viento eres tú. Yo sé que no siempre es sencillo, pero Dios puede remover los escombros de tu corazón y de tu vida.
¡Sigue estos principios y verás como todo te saldrá bien!
Radio Unica Fm Chile