Una carrera se inicia con entusiasmo y con fuerza, pero en el trayecto se presentan obstáculos que pueden hacer que desertemos o nos cansemos. La carrera de la fe es similar, no es sencilla pero tampoco imposible de terminarla, así que ¡no te rindas!

En el trayecto, uno de los obstáculos es que perdamos el enfoque en Cristo, quien es el autor y consumador de nuestra fe, y nos concentremos en nosotros mismos, en nuestros logros o en lo que no hemos alcanzado.

¿Te ha pasado que pensamientos de desánimo invaden, y te hacen creer que no lograrás acabar esta carrera, que no eres merecedor del amor de Dios?

No te rindas, la misericordia de Dios te acompaña

El desánimo, una prueba grande, la partida de un ser querido, una deuda, problemas familiares o con otras personas, nuestras faltas o las de otras personas, y tantas otras cosas pueden ser motivos para desertar.

Cuando uno está en medio de cualquier situación complicada, parece que no hay nada más grande que aquello; sin embargo, pese a todo lo malo que podamos pasar, la misericordia de Dios está ahí para ayudarnos a continuar.

Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.
Lamentaciones 3:22-23 

Es por la misericordia de Dios que podemos continuar la carrera y no rendirnos. Es en sus fuerzas que Dios nos ayuda a continuar. Su Palabra es nuestro alimento para ser fuertes, su gracias es la que nos limpia de todo pecado y su amor inmenso que hace que recobremos fuerzas.

No te rindas, Dios aún tiene mucho para darte y hacer en tu vida.