¿Cómo escuchas? La palabra de Dios es vital para la iglesia porque nos alimenta, fortalece, trasforma y corrige; por lo que debemos examinar cuidadosamente el valor que le damos y la forma cómo escuchamos el mensaje.
Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará.
Lucas 8:18 (RVR 1960)
Nuestro Señor Jesucristo, antes de referir estas palabras se encontraba enseñando a toda la multitud la parábola del sembrador, señalando que la semilla representa la palabra de Dios y los diferentes terrenos como el camino, las rocas, los espinos y la buena tierra representan nuestros corazones.
Debes cuidar “cómo escuchas”
Si prestamos atención, podemos darnos cuenta de que Jesús nos insta a reflexionar en el tipo de terreno que somos y el motivo por el cual muchos cristianos no pueden llevar fruto. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué la semilla no da resultados en los hijos de Dios?
En las palabras de Jesús encontramos la respuesta: “Mirad, pues, cómo oís” es decir, “fíjate bien, cómo escuchas” El problema no está en la semilla porque fue la misma que se sembró en diferentes terrenos, pero solo en uno pudo dar fruto; entonces, la dificultad se encuentra en el terreno, es decir, en nuestros corazones.
Es nuestra responsabilidad
Miles de cristianos han perdido el fervor por la palabra de Dios, muchos asisten a la iglesia solo por costumbre, por lo que no preparan sus corazones para recibir esa semilla, sus mentes están en otro lugar, quizá pensando en qué harán después y contando los minutos para que la reunión termine de una vez.
Esta es una triste realidad en muchas iglesias, ¿cómo estás tú? ¿Preparas tu corazón antes de recibir la Palabra de Dios? ¿Cómo escuchas las Palabras del Señor? O quizás simplemente tú interior representa esos terrenos secos.
En este momento Jesús nos exhorta fuertemente y dice: “Fíjate bien, cómo escuchas” si te has identificado con aquellos cristianos que han descuidado la voz de Dios, es tiempo de arrepentirte, pidámosle al Señor que derrame amor, hambre y sed de su Palabra.