Hemos dicho en varias oportunidades que no es malo el dinero. No es malo querer tener más dinero mientras no lo hagamos nuestro dios. Por otra parte, no debemos olvidar nunca darle a Dios la prioridad de nuestro día, nuestro tiempo y nuestros recursos.
El que es generoso prosperará; el que reanima a otros será reanimado.
Proverbios 11:25 (NTV)
Sí, porque todas nuestras ganancias nos llegan habiendo sido ya de Dios. Él es quien las provee. Y no es que necesite de nuestra ayuda. Jamás, aunque nosotros sí de la de Él. Pero tenerlo en primer lugar significa que antes de obtener esas ganancias, ya le estábamos agradeciendo.
En lugar de quejarnos, hagamos algo al respecto
Es tomar parte de esas ganancias para hacer obras para Él. Somos Su cuerpo, por eso nos puso acá y debemos trabajar siempre para Él. Cuando nos quejemos de lo que no anda bien en el mundo, recordemos hacer algo al respecto. Para eso estamos aquí.
Den, y recibirán. Lo que den a otros les será devuelto por completo: apretado, sacudido para que haya lugar para más, desbordante y derramado sobre el regazo. La cantidad que den determinará la cantidad que recibirán a cambio.
Lucas 6:38 (NTV)
Si queremos tener más, para poder ayudar a otros, no olvidemos tener a Dios en la fórmula. Dios conoce nuestros corazones y sabe nuestros pensamientos. Tratemos de obtener ganancias, pero con Dios para que prosperen. Si vamos a iniciar un negocio, no olvidemos tener a Dios en él. Desde el proyecto, desde sus inicios.
En el mundo sobran necesidades, colaboremos con algunas
Hay diversas instituciones que ofrecen ayuda a niños en distintas partes del mundo. Hay hospitales que atienden a los pequeños enfermos con diversas dolencias sin cobrar un centavo a sus padres. Hay muchas instituciones y movimientos en contra de lo que está mal en nuestro planeta con las que podemos colaborar.
Recuerden lo siguiente: un agricultor que siembra solo unas cuantas semillas obtendrá una cosecha pequeña. Pero el que siembra abundantemente obtendrá una cosecha abundante.
2 Corintios 9:6 (NTV)
Si tenemos ganancias y no las usamos para el bien, no prosperarán. Necesitamos ser buenos administradores de los bienes que nos provee nuestro Dios. Tenemos que ser mejores seres humanos cada día, dando el ejemplo, ayudando a otros y haciendo de nuestra relación con Dios la prioridad de nuestra vida.