Detrás de todo lo que somos, hacemos o decidimos, existe un pensamiento que nos ha llevado a ejecutarlo. Todo pensamiento provoca una actitud que nos mueve e influye. Con nuestros pensamientos vamos haciendo los caminos de nuestra vida. ¿Hacia dónde te llevan tus pensamientos?

«Nuestros pensamientos gobiernan nuestra vida. Lo que una persona cree de sí misma influye poderosamente, para bien y para mal, en lo que logra y alcanza. Somos nuestros pensamientos».
David Henry Thoreau

Que tus pensamientos no te detengan

Algunas personas pasan tiempo pensando en el pasado. Se dedican a analizar lo que les salió mal, tal vez buscando no volver a cometer el mismo error. Pero, si no definen lo que salió mal, se pueden quedar paralizados y seguir en el pasado, lo cual no les permite vivir el presente. Necesitamos cuidar hacia dónde nos llevan los pensamientos o si estos nos paralizan.

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Romanos 12:2 (RVR 1960)

Que Dios dirija hacia dónde nos llevan nuestros pensamientos.

La Biblia es nuestra mejor guía para ayudarnos a tomar los caminos correctos incluso con nuestros pensamientos. Lo que leemos a diario, con quién pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, influye en nuestra manera de pensar y los caminos que elegimos. Cuidemos lo que hacemos y hacia dónde nos dirige con nuestros pensamientos.

Mientras más tiempo dediquemos a la Escritura, podremos afianzarnos en el conocimiento de Dios y será Él quien dirija nuestros caminos. Será Dios quien dirija hacia dónde nos llevan los pensamientos,  porque antes de cada acción, pensamos en hacerla. No descuidemos cómo pasamos la mayor parte de nuestro día.

Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas.
Salmos 63:1 (RVR 1960)

Dios desea tener una relación personal con nosotros y para ello, como para toda relación, se requiere de tiempo. Tiempo a solas con Dios nos ayuda a conocerlo más íntimamente y nos va a permitir que sea Él quien dirija hacia donde nos llevan nuestros pensamientos. Influirá en las decisiones que tomemos y en la actitud con la que vivamos. Y eso, nos da seguridad y confianza en nosotros mismos.