Hay actitudes nuestras que ignoramos consciente o inconscientemente pero que son dañinas para nosotros mismos y para la gente a nuestro alrededor. Como hijos de Dios, Él nos irá transformando conforme a sus planes. Sin embargo, nosotros mismos podemos ser freno para esto cuando huimos de la corrección.
A decir verdad, a muchos no les gusta ser corregidos, o que les señalen sus defectos porque es vergonzoso. De todos modos, aunque no sea agradable, debemos desarrollar un corazón dispuesto a ser moldeado. Ademas Dios usará a personas o situaciones que nos ayuden con ese fin.
Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, este es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
Santiago 1:23-24
¿Huyes de la corrección o la enfrentas con mansedumbre?
Siempre tenemos la opción de rechazar o tomar la corrección. La Biblia nos alienta a que no seamos oidores olvidadizos, sino que pongamos en práctica lo que la Palabra nos enseña.
Cuando somos confrontados con la Palabra o con situaciones que hacen que salgan a flote debilidades en nuestro carácter, es importante prestar mucha atención y buscar el cambio que Dios quiere.
Por nuestras propias fuerzas no podemos hacer mucho, porque el cambio verdadero es el que Dios mismo hace con su Espíritu Santo; por ello es vital que tengamos comunión real y constante con el Señor.
Cuando te enfrentes a alguna situación o alguna persona que haga que pierdas la paciencia, pregúntate antes de reaccionar: ¿cómo debería reaccionar un hijo de Dios? o ¿Esta es una oportunidad para que Dios pueda moldearme?