Cuando decides recibir a Dios en tu corazón debes sentir ese gozo, esa alegría, esa plenitud de saber que estás completo finalmente. Es la pieza que faltaba, la que llena ese vacío que tratabas de llenar con tantas cosas y tantos amores y nunca parecía lleno. Ahora sí.
Sientes el deseo de no pecar más. Es lo que sucede cuando sabes, cuando tomas conciencia de que Dios está en ti y que no quieres hacer ciertas cosas que antes hacías. Quieres dejar atrás toda conducta que no está bien para Él. Y sientes eso, que estás iluminado con la inocencia.
“Abandona tus pecados y deja atrás toda iniquidad. Entonces tu rostro se iluminará con inocencia; serás fuerte y estarás libre de temor. Olvidarás tu sufrimiento; será como agua que corre. Tu vida será más radiante que el mediodía, y aun la oscuridad brillará como la mañana.” Job 11:14-17
Es el deseo de tener esa inocencia de nuevo, es lo que Jesús nos pide, que seamos como niños. Que volvamos a nacer cuando lo recibimos a Él. Es una sensación maravillosa que nos debe embargar y nos hace tener ese gozo, esa alegría permanentemente en nosotros.
NO PERMITAS QUE NADA OPAQUE EL ESTAR ILUMINADO CON LA INOCENCIA
Es muy cierto que recibir a Jesús en nuestro corazón, no significa que no tendremos más problemas, que cambiaremos totalmente y de inmediato. Cada uno tiene su tiempo y su manera. Pero no permitas que pasar por pruebas te quite la alegría que te da estar iluminado con la inocencia.
Si sientes que hay personas que te quitan ese brillo, o te alejan de tu propósito, apártate. Es mejor a veces andar solo que mal acompañado. Dios no te desampara nunca. Y si pasas por pruebas, solo pregúntale qué necesitas aprender de este tiempo.
Él te indicará y saldrás adelante victorioso. Dios te ama. No lo olvides jamás. Sigue siendo fuerte, dejando todo mal comportamiento, luchando a diario con tu carnalidad y tendrás éxito para nuestro Dios. Tendrás una vida radiante como dice nuestra Palabra para hoy.