Nos cuesta creer que no necesariamente los más fuertes son los vencedores pero lo cierto es que para vencer se necesita más que fuerza.

Ora cuando eres débil

Una noche, uno de los huéspedes de la Casa Blanca tenía dificultad en conciliar el sueño. Era durante los días más difíciles de la guerra civil, la víspera de la batalla de Bull Run. Su cuarto estaba cerca de la habitación del presidente Linconl.

El huésped oyó una voz fuerte y angustiada, era la voz del presidente Lincoln, que estaba arrodillado orando: “¡Oh Dios, que escuchaste a Salomón la noche que oró pidiéndote sabiduría, escúchame! Necesito tu ayuda para gobernar esta nación. Soy pobre, débil y pecador. ¡Oh Dios, salva esta nación!”

En una de las declaraciones que hizo después, Lincoln dijo: “No dependo de mis generales, del ejército o de la flota, sino del Dios de nuestros antepasados, que formó esta nación y no permitirá que perezca”

Efectivamente, Dios contestó esta oración, y la guerra civil, fue ganada por los ejércitos del Norte sobre los confederados del Sur, dando libertad a los esclavos de la época.

No tienes que ser el más fuerte, Dios es tu fuerza

No está mal pedir ayuda y mucho menos a Dios. Es más, al reconocer nuestra debilidad y depender de Él es cuando más fuertes somos.

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 2 Corintios 12:9 (RVR1960)
2 Corintios 12:9 (RVR1960)

No dejes que las circunstancias te intimiden, Dios es más fuerte que cualquier problema y Él puede cambiar las cosas a tu favor.

¿Te sientes débil? No te des por vencido, deja de pelear con tus fuerzas y empieza a depender de Dios.