Él quiere obediencia

Cuando Israel viajaba por el desierto en camino a la tierra prometida, una población se levantó en contra de ellos «los amalecitas». Atacaron cobardemente por la retaguardia a los más débiles sin temor a Dios, sabiendo que eran su pueblo; pero es Señor dio la victoria a los israelitas.

Entonces, llegó el tiempo en que el pueblo enemigo debía ser juzgado por el Señor. Por tanto, ordenó al Saúl claramente «destruye todo, que no quede nada de los enemigos» Pero no lo hizo así. El rey pensó ser más inteligente que Dios, por lo que perdonó el ganado y lo mejor de los enemigos «para ofrecerlo como sacrificio».

Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 1 Samuel 15:22 

En este pasaje el Señor reclama que quiere «Obediencia, no sacrificios». Esta desobediencia le costó caro a Saúl, puesto que fue el momento en el que Dios determinó que su reino no sería duradero y eligió a otro en su lugar.

¿La soberbia y rebelión están en tu corazón?

Cuando cambiamos la orden de Dios por aquello que creemos que es mejor, solamente terminamos siendo ídolos de nosotros mismos. La soberbia gobierna nuestra vida porque pensamos que somos más inteligentes que nuestro Señor.

Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey. 1 Samuel 15:23 

Saúl pensó que al realizar un sacrificio iba a librarse de algún castigo divino o que el Señor se alegraría por ello; pero sin obediencia, solamente mostró rebeldía y obstinación, aquellos pecados que están al nivel de la brujería, adivinación o idolatría, detestables ante los ojos de Dios.

¿Qué espera Dios de nosotros? 

Esta historia nos enseña una gran lección: «obediencia, no sacrificios». A veces creemos que hacemos grandes cosas para Dios, pero si no es como Él quiere, entonces el trabajo no sirve, es vano.

El Señor espera que le prestemos atención y obedezcamos. Te animo a dejar tu razonamiento a un lado y en verdad dedicarte a escuchar a Dios, leer la Biblia, orar, asistir a la iglesia para que puedas crecer espiritualmente.

No olvides que el único sacrificio que Dios espera de nosotros es nuestra obediencia. Te animo a obedecer, aunque sea difícil, abandona aquello que desagrada al Señor, por ejemplo, el yugo desigual, una mentira, aún no devolver algo que no es tuyo u otros. Recuerda que Él es sabio.