Desempolvar recuerdos del pasado es como abrir un baúl, te encuentras con cosas bonitas pero también con cosas que producen dolor. ¿Cómo te sientes cuando observas tu pasado?

Deja el pasado en el pasado

Es mejor no mirar atrás, pues traer a memoria acontecimientos que nos provocan dolor o pena solo nos encapsulan en una burbuja que nos mantiene presos del pasado. No vale la pena aferrarnos a aquello que ya pasó.

“No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas.” Isaías 43:18 

Muchas veces usamos de excusa el pasado para no dar pasos de fe, cargamos con aquello que éramos, con la situación en la que nos encontrábamos, con el dolor que generó ese acontecimiento. Todo esto, evita que podamos crecer.

En vez de aferrarnos al pasado, debemos centrarnos en el presente, buscando superar los temores, las barreras que se nos presentan, considerando que ahora Dios está con nosotros, y tiene planes de bien para cada hijo.

“Acordaos de las maravillas que él ha hecho, De sus prodigios y de los juicios de su boca.” Salmos 105:5 

Recuerda para bien tuyo

Es inevitable que ciertos recuerdos broten, pero cuando vuelven podemos hacer un ejercicio: Aceptar lo que pasó, recordar qué te enseño, y agradecer a Dios porque te salvó.

“Me acordé de los días antiguos; Meditaba en todas tus obras; Reflexionaba en las obras de tus manos.” Salmos 143:5 

Si tus pensamientos te dirigen al pasado, direcciónalos hacia el hoy, el Señor te está transformando así que enfócate en seguir adelante de su mano. Suelta lo que está atrás, vive un día a la vez.