Según como estamos viviendo, podemos decir que merecemos muchas cosas o quizás no. Por otra parte, si ponemos nuestra vida en comparación a los estándares de Dios, no merecíamos nada. Pese a ello, por misericordia, hoy tenemos más de lo que merecemos.

Dios cambió lo que merecíamos

No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Salmos 103:10-12.

Nuestro Creador, conociendo nuestros defectos y virtudes, nos dio perdón en vez de castigo, vida en lugar de muerte, bendición en vez de maldición. Nadie más nos da el bien que Dios nos brinda.

Claro que viviremos las consecuencias de nuestras decisiones y actos, pero en todo ello el amor y misericordia de Dios también estará con nosotros.

Además, no nos recuerda lo que éramos o lo que hemos hecho mal, sino que lo aleja para que tengamos un nuevo comenzar. También se compadece vez tras vez como el buen Padre que es.

“Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo.” Salmos 103:12-14.

Lo hizo para un fin  

La compasión de Dios tiene un propósito grande y eterno. Cada uno de nosotros es una pieza importante en su voluntad y por ello su misericordia nos acompaña a fin de que cumplamos con sus planes.

Así como el padre que no olvidó al hijo pródigo y cuando éste volvió a su casa, fue recibido con mucha alegría y gran fiesta, así también Dios nos da lo que no merecemos, su amor y paciencia.

“Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia. No contenderá para siempre, Ni para siempre guardará el enojo.” Salmos 103:10.

No olvides que el amor de Dios es lo que hoy te mantiene de pie