Debemos aceptar que nunca nos agradarán todos y tampoco le vamos a agradar a todos. Es cierto que la Biblia nos exhorta a la unidad (1 Corintios 1:10), pero hay una diferencia entre estar todos unidos y ser todos iguales. Efesios 4:11-13 nos habla de las diferencias que existen en las capacidades de cada persona, pero que todas ellas deben contribuir a la unidad. Esto significa que siempre habrán personas distintas a nosotros, pero que lo primordial debe ser mantenernos unidos como un solo cuerpo de Cristo.
Ahora, la Biblia nos dice que debemos respetar los pastores incluso si no nos gusta su forma de ser (Hebreos 13:7; 13:17; 1 Tesalonicenses 5:12-13). No obstante, la forma de ser de un líder puede convertirse en un obstáculo para la unidad de la iglesia. En ese caso, y antes de fomentar la discordia, lo que podemos hacer es lo siguiente:
¿Hay algún conflicto que debe resolverse?
Lo primero es descubrir la verdadera razón por la cual es pastor no nos agrada. ¿Es su forma de ser? ¿Algo que dijo o hizo? ¿Su comportamiento? ¿Su manera de tratar a las personas? Preguntas como esas nos ayudarán a identificar la raíz del problema. Muchas veces las personas no nos caen bien porque son diferentes a nosotros y nos cuesta identificarnos con ellas. Por otro lado, a veces el problema no es el resto, sino nosotros. Por ejemplo, cuando un pastor nos motiva a salir de nuestra zona de confort y no estamos listos para hacerlo, es lógico que nos incomode y el pastor nos desagrade.
Una vez identificada la verdadera razón que nos molesta del pastor, podemos tomar pasos efectivos para solucionar la situación.
No echar leña al fuego
Que alguien nos desagrade no es justificación para esparcir chismes o poner a los demás en su contra. Proverbios 16:28 califica como perversos a quienes incitan a la contienda. Es más, si lo que se dice del pastor (o quien sea) es cierto y murmuramos y juzgamos contra él, estamos usurpando el rol de Dios (Santiago 4:11).
Mateo 18:15-17 dice que si alguien nos ofende, lo correcto es hablar personalmente con esta persona y solucionar el asunto. Si esto no funciona, se debe llamar a un testigo que esté presente en la conversación; y si aún esto no es efectivo, como última instancia se debe llevar el caso ante toda la congregación. Pero ante todo debemos tener presente que Dios nos llama a ser pacificadores (Mateo 5:9). Es decir, que solucionemos los conflictos de manera asertiva, pero que procuremos fomentar la paz con todos.
¿Considerar irse a otra iglesia?
Hay pastores o líderes que han abusado de la autoridad que tienen y como resultado han lastimado a otros cristianos. En esos casos, algunos consideran que la mejor opción es cambiar de iglesia, pero antes de hacerlo, los tres pasos primordiales que se deben seguir son:
- Orar por sabiduría: Cuando nuestros sentimientos y pensamientos no tienen sentido, Dios es quien examina nuestros corazones y nos da sabiduría. Una vez que oramos, el Espíritu Santo nos ayudará a tomar la decisión correcta sobre el siguiente paso que debemos dar.
- Actuar según lo que dice la Biblia: Todo lo que Dios quiere decirnos está en su Palabra, por lo tanto, debemos leerla, estudiarla y practicarla en cada momento de nuestra vida, especialmente cuando debemos tomar decisiones difíciles.
- Buscar otro lugar: Ir a otro lugar donde congregar debería ser la última opción. En muchos casos, hay personas que cambian de iglesia a cada rato porque encuentran errores hasta en lo mínimo y nunca están conformes con nada. Lo cierto es que no existe la congregación perfecta y todos debemos poner lo mejor de nosotros mismos para hacer que mejore. En cambio, si existen buenas razones y justificadas para cambiar de iglesia, entonces es lo mejor que se puede hacer. En cualquier caso, primero debemos buscar la guía del Espíritu Santo antes de dejarnos guiar por nuestras emociones o sentimientos.