Muchas veces no somos conscientes de que tenemos un defecto oculto, algo que no nos permite avanzar porque no nos damos cuenta de su existencia o nos rehusamos a deshacernos de él.
Es necesario pasar por fuego
Todos conocemos la historia de Job y todos los sufrimientos que tuvo que enfrentar. Al principio del libro que lleva su nombre vemos lo siguiente:
Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?
Job 1:8 (RVR1960)
Todo lo que Dios le dijo a satanás acerca del carácter de su siervo era verdad; pero Pedro Rubio, un fiel servidor de Dios que estudió atentamente el libro de Job, hace la siguiente observación:
«Ciertamente, Job era todo esto que la Biblia dice acera de él. Con todo, yo diría que Job era como un gran terrón de oro con una piedrecita en medio, y Dios puso en el fuego de la aflicción a su amado siervo para que se derritiese y soltase una piedrecita que parece tener dentro de sí, que era el conocimiento u orgullo que sentía por su propia justicia»
¿Tienes algún defecto oculto?
En base a la observación de Pedro Rubio, vemos que Dios no acusó a Job ante satanás por ese defecto, sino que obró de manera que su siervo pudiera deshacerse de él y ser purificado como el oro.
Muchas ocasiones no entendemos las adversidades por las que pasamos y nos cuestionamos si Dios realmente nos ama, si tiene control de las circunstancias o si nos ha olvidado.
En esta enseñanza podemos ver que quizás tenemos defectos ocultos, de los que quizás no somos conscientes. Que impiden alcanzar la santidad que nos alejan de los planes de Dios y es a través de las pruebas que el Señor desea purificarnos.
Mas él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro
Job 23:10 (RVR1960)