Hay una voz en nuestro interior, un juez interno, que es nuestra conciencia, quien nos permite estar consientes del bien y del mal. Cuando obramos mal, nos acusa, y cuando obramos bien aprueba nuestro actuar.

Es peligroso que la calles

Cada uno tiene la capacidad de escuchar y actuar haciendo caso al juez interno, pero también podemos ignorarlo y callarlo. Lo peligroso de silenciarlo, es que perdernos la sensibilidad ante el pecado y con ello nos perderemos del buen camino.

El Apóstol Pablo advertía a Timoteo lo siguiente:

Aférrate a tu fe en Cristo y mantén limpia tu conciencia. Pues algunas personas desobedecieron a propósito lo que les dictaba su conciencia y, como resultado, su fe naufragó.
1 Timoteo 1:19 (NTV).

La fe en Cristo y la conciencia limpia, son herramientas que nos permiten hacer frente  a la incredulidad y la condenación.  Nos permite estar en paz y no extraviarnos.

Mantén tu conciencia tranquila

La Palabra de Dios es la luz que nos permite ver el bien y el mal; al meditar en ella, nuestro juez interno se vuelve más sensible, permitiéndonos estar más cerca de la voluntad de Dios.

Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida.
1 Timoteo 1:5 (RVR 1960)

Confesar nuestros pecados ante Dios para que no seamos acusados, para que la paz esté en nuestro corazón y el remordimiento no nos ataque, nos permite continuar esta carrera con gozo.

Además, la buena conciencia nos libra de los ataques del enemigo y genera en nosotros una conducta correcta, agradable a Dios.

Esforcémonos para andar conforme a nuestra fe, no dando lugar a que se nos acuse por alguna mala acción que hicimos.