Hay muchas cosas que podemos obtener con mucho esfuerzo, sin embargo, solamente Dios nos puede dar una, la vida espiritual, y con ella viene un sinfín de bendiciones.
No depende de nosotros
La vida espiritual no depende de nosotros, en ningún modo, sino de Dios. Él es el que nos da de su presencia de una manera única, especial y verdadera.
Nicodemo, un religioso de los fariseos, se dirigió a Jesús como rabí y maestro, ósea alguien que enseña.
Este [Nicodemo] vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Juan 3:3
Sin embargo, el Señor le respondió no como alguien que quería solo enseñar, sino dar un nuevo nacimiento, y no se trataba de una reforma religiosa o moral sino una vida nueva, para que así tenga acceso al cielo, al reino de Dios.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Juan 3:4
Es claro que Nicodemo no había nacido de nuevo, por ello preguntaba: «…¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?» (Juan 3:4)
El hombre sin Cristo no tiene la visión espiritual, no puede entender cómo puede pasar esto, nacer de nuevo. Por ello Dios llega a través de Jesús, quién es el camino, la verdad y la vida hacia el Padre.
Solo a través de Dios tienes vida espiritual
El Señor es el que da, es por eso que debemos acudir a Él primeramente para nacer de nuevo y para permanecer en la fe. Con una vida espiritual, podemos entender cómo pasamos de muerte eterna a vida eterna.
“El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” Juan 3:8
Dios oye y sabe de todas tus inquietudes, es el que puede responderte y poner en ti la fe que necesitas y que anhelas, ya sea que no hayas experimentado el nuevo nacimiento o que ya tengas tiempo en su camino.
Ten en cuenta que tu vida espiritual tiene como base tu relación con Dios, por ello no la descuides.