«Más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” Juan 4:14 

Agua inagotable

En la Edad Media se construían castillos en los que la gente podía refugiarse y defenderse del enemigo, pero uno de los mayores problemas que tenían era el suministro de agua. Si el enemigo los rodeaba, no tenían acceso a las fuentes ni cercanas ni lejanas.

Pero este problema fue resuelto en el castillo de Edimburgo, que fue edificado sobre una fuente natural subterránea que manaba toda el agua que la gente refugiada ahí pudiera necesitar.

Agua para vida eterna

La solución para esa sed interior que tenemos todos los seres humanos se encuentra en Jesús.

Cuando Él habla de saciar nuestra sed no habla de una sed física que puede calmarse con agua, sino que se refiere a esa sed espiritual que tenemos todos y que, muchas veces, nos lleva a buscar respuestas, consuelo, fortaleza, alivio para nuestra alma en lugares equivocados.

El agua de la que Jesús habla en ese pasaje, sacia la sed del ser humano y no solamente por un momento, sino que es para la eternidad.

Ríos de agua viva

Si te sientes seco, si has estado buscando algo que sacie la sed que tienes, solamente debes creer en Jesús.

“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” Juan 7:38 

Puede ser que nos encontremos rodeados de problemas, como sucedía en los castillos medievales, pero si tenemos del agua viva en nuestro ser, nunca tendremos sed.

Creer en Jesús no significa que no tenemos problemas, sino que en nuestro interior pueden seguir corriendo ríos de agua viva para vida eterna, y eso, nos ayuda a salir adelante en cualquier dificultad, sin desmayar.